24 de agosto de 2010

La tierra sin mal - La invasión de Guajaivi: Parte 3

De la tierra parecía emerger la esencia de Pasha Mama misma, envolviendo a la figura del Tatu. De a poco, las hendiduras en la madera fueron llenadas con lo que parecía ser el espíritu de todas las cosas vivas. En momentos, la colosal figura de un armadillo feroz había sido despertada.

Con un único aliento, el póra de Tatu recitó las primeras palabras de lo que más adelante sería conocido como "La Profecía de la Perdición": "Ni las rocas, ni la arena, ni el pasto verde que crece sobre mis espaldas va a escapar de la furia. La destrucción y el caos reinaran sobre estas tierras. La corrupción hundirá en las entrañas mismas del abismo las almas de aquellos que alguna vez llamaron iguales".

Habiendo dicho esto, las gemas de sus ojos se apagaron. Volvió a quedarse inmóvil, y regresó a la base del tótem por debajo de la tierra.

Segundos después, se escucharon los cantos de las Ka'ajarýi en el bosque. Con el viento suave de la noche llegaron las notas de sus voces. Sonidos que no parecían evocar nada bueno, pues parecían más bien un susurro, cosa que no era común en absoluto viniendo de las protectoras del bosque. Aún así, las notas esta vez fueron las que insuflaron vida en la figura de Mbói.

Como una rama que crecía de la madera seca, su bífida lengua emergió de la figura, y fue la que trajo las siguientes palabras de la Profecía: "La traición no será algo extraño entre los hombres de estas tierras. De la oscuridad llegarán los demonios y con ellos los hombres que los trajeron, pero nadie notará diferencia alguna entre estos y sus esbirros del inframundo, pues se habrán convertido en uno solo. Las almas de los mortales y las alimañas del averno serán solo una".

Con las primeras gotas de miedo empezando a sudar de las frentes de los Avare, Mbói volvió a enroscarse en su lugar. Metió su lengua de vuelta en la boca, boca que los Avare seguramente no querrán que se vuelva a abrir.

Enseguida, de las llamas de la hoguera empezaron a saltar chispas y más chispas. Pequeñas estrellas que formaron de a poco lo que parecía ser el pelaje de un zorro. El póra del Aguara despertó rojo como las ascuas de Pytajovái. Ni siquiera la furia del monte Lambare podía compararse con las llamaradas que envolvían al gran Aguara.

Como un rayo Aguara empezó a correr alrededor de los Avare, creando una jaula feroz. Un círculo de llamas rodeaba por completo el sitio del ritual. En un salto relampagueante, Aguara saltó a la foguera, y empezó a traer más malas noticias: "La Naturaleza no habrá de quedarse sin ser afectada. Como el fuego de la ira en los corazones de su gente, el fuego que se encuentra en lo profundo de la tierra surgirá al mundo a causar el gran cataclismo. El Gran Señor de los Pasos Ardientes será quien encabezará la marcha".

Al callar Aguará, instantáneamente un gran rayo cayó en el patio ceremonial y con su característica agilidad, se retiró apresuradamente corriendo por el camino de luz que dejó el relámpago. Una intensa lluvia siguió a este suceso, que apagó por completo la fogata.

Los Avare presintieron que esto fue una mala señal. Enseguida la desesperación se pudo hacer notar en sus ojos, aunque estos permanecieron en silencio. El ritual no debía ser interrumpito.

Cada gota de la lluvia machaba el piso, y la escoria de la hoguera parecía conmutar con el agua que caía del cielo. Una extraña mezcla de cenizas y líquido cubrió la estatua de Jaguarete. El gran jaguar había llegado.

Como los otros póras, también trajo sus propias palabras: "El Gran Señor de los Pasos Ardientes traerá a este mundo miseria. Miseria que será producto de la unión de los hombres y los demonios. Miseria que será el resultado de una profanación. Miseria que acabará con los que habitan este mundo. Siete días solamente serán necesarios para que todo lo que conozcan cambie de forma, para que los elementos entren en guerra con los hombres y los demonios. El Todo ordenará al Cazador de los Ríos, el Alto Amo de la Lluvia que limpie este mundo de corrupción. Que apague los fuegos de la guerra y que vuelva a dejar todo como se encontraba antes."

Aún más asustados quedaron los Avare luego de esta parte de la profecía. Pero no hubo tiempo para pensar en nada, pues al terminar Jaguarete sus palabras, un gran torbellino aterrizó sobre ellos, disipando todos los restos de cenizas que cubrían a la figura del jaguar. Hielo de las nubes cubrió al gran Taguato, y con una chispa de un rayo sus ojos empezaron a brillar. Estaba listo para hablar. Esta sería la última parte de la terrible predicción que los Dioses mandaban al pueblo:

"El temor en sus ojos se hace notar, sacerdotes, pero no debéis de tener miedo alguno, pues no todo esta perdido. Los espíritus solamente hemos venido a decirles que sucederá si no hacéis nada para evitarlo. Está en manos de vosotros cambiar esto. En vuestra aldea iniciará todo. Cuatro almas serán las que traigan paz al mundo. El orden de los elementos será traído por quien pueda blandir la fuerza del cosmos. La Ira de Fuego. El Paso del Viento. La Fuerza de la Tierra. El Poder del Agua. Todos serán necesarios para que esta tragedia no se cumpla. Al final la Madre del Éter será quien selle a las siete pestes con la ayuda de los elementos. Recordad, Sacerdotes Avare de Guajaivi".

Y como había llegado, también se retira. El viento se encarga de hacer ascender el espíritu del águila al firmamento una vez más.

2 comentarios:

  1. Pasha Mama no es similar a Pachamama? o Nada que ver!?

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  2. De hecho está basada en la misma deidad. Se especula que los Guaranies compartían algunos dioses con las culturas vecinas. Tomalo como una adaptación nomás ;)

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