La paja caía del techo lentamente. Cada trozo encendido que caía a la tierra recordaba a las desgracias acontecidas en la región de Arigua. El mismo fuego verde que consumía de a poco los trozos secos de plantas era el que había devorado incontables almas. El trozo de paja descendía suavemente hasta tocar la pierna del Avare sentado en el altar, a quien no parecía molestar en absoluto el calor de las llamas. Las llamas parecían provenir de un pequeño recipiente de madera, donde el color verde se concentraba.
—Póra guasu, peñe'ena chéve. Pehechaukamína mba'epa ajapo arã[*] —fueron las palabras que salieron de la boca del Avare, en la lengua original, mientras sumergía su mano en la sustancia verdosa del recipiente e inhalando el humo del mismo color, casi espectral, que salía de él.
28 de junio de 2011
Deambulando en las sombras (Parte 2)
20 de junio de 2011
Deambulando en las sombras (Parte 1)
El fuego de una antorcha proyectaba extrañas formas en las paredes de la cueva, que parecían escurrirse con una podredumbre fétida. El ambiente apestaba a muerte, y el aire sabía a pantano.
5 de enero de 2011
La Invasión de Guayaibi - Parte 6(1)
"Ya te dije que las técnicas de los guerreros no son apropiadas para una niña como tú," decía Itaete a su hermana, en medio del pequeño e improvisado lugar de entrenamiento que había construido cerca de su morada. "¿Por qué dices eso? ¡Si yo puedo manejar a la perfección todas las técnicas que utilizas!" Respondió caprichosa Pykasu, haciendo pucheros con la cara. "¿Cómo que las manejas? Si no tienes la fuerza para usar las lanzas ni los escudos," dijo el guerrero, burlándose de su hermana pequeña. "Además, es la primera vez que vienes a verme practicar."
5 de noviembre de 2010
Palabras de H. P. Lovecraft
"La cosa más piadosa en el mundo, creo yo, es la inhabilidad de la mente humana para correlacionar todos sus contenidos. Vivimos en una plácida isla de ignorancia en medio de negros mares de infinito, y no estaba supuesto que viajemos lejos. Las ciencias, cada una expandiéndose en su propia dirección, nos han lastimado en el pasado; pero algun día el armado de conocimiento desasociado nos abrerá tan aterradoras vistas de la realidad, y nuestra posición aterrorizante dentro de eso, que o nos volveremos locos por la revelación o escaparemos de la luz en la paz y seguridad de una nueva edad oscura."
18 de octubre de 2010
La Invasión de Guayaibi - Parte 5
La noche pasó tranquila y sin disturbios. Los recuerdos de la profecía de los póras se iban mezclando con los sueños en las mentes durmientes de los hermanos. Las hamacas donde reposaban se mecían con la brisa que penetraba los finos muros de paja. Tanto Itaete como Pykasu se encontraban en un mundo diferente.
El mundo de los sueños es misterioso. Así como las profecías se manifestaron esa noche de forma corpórea, los Avares tenían visiones en sus sueños todo el tiempo. El pueblo de Arigua creía que cuando uno duerme, su alma viaja a una especie de "dimensión diferente", dónde estaban en contacto con las fuerzas primordiales del universo. Recientemente también habían descubierto que esa era la morada de los póras de sus ancestros.
El mundo de los sueños estaba compuesto por ambas esencias, tanto la luz y la oscuridad estaban presentes, igual que en él yvy, o mundo físico. Dos grandes territorios dividían el mundo de los sueños: "Ñasaindy Retã", o el Reino de la Luz y "Ã Retã", o el Reino de las Sombras. Sombras que normalmente no se manifestaban, pues siempre eran abatidas por las flechas vigilantes de Kerana. La diosa del sueño era quien desterraba a las pesadillas que intentaban invadir Ñasaindy Retã para cobrar las almas de aquellos que descansaban pacíficamente.
Itaete y Pykasu siempre fueron resguardados por los haces luminosos que lanzaba el arco de Kerana. Sus sueños se mantuvieron tranquilos una vez más esta noche.
El sol se alzaba tras las copas de los árboles más altos del bosque, y empezaba a iluminar los rostros de aquellos que se ponían en marcha varias horas antes de que Kuarahy empiece su marcha por el yvága. La gente que trabajaba en los campos de cultivo y los que cuidaban los animales de corral estaban desde muy temprano con sus quehaceres.
Recién a la hora donde la luz empezaba a opacar las tinieblas pueden empezar a trabajar los recolectores de frutos. Adentrarse en el bosque a las horas del pyhare era algo que no muchos intentaban. Todo tipo de peligros aparecían por las noches entre el interminable laberinto de árboles. Depredadores y animales ponzoñosos eran preocupación de toda la vida, pero últimamente los espíritus elementales empezaron a manifestarse. Las Ka'a Jarýi confundían a los montaraces con melodías para perderlos en la selva. Las figuras femeninas correspondían al grupo de los elementales de la tierra. Pasha Mama también protegía todo espacio verde, y con ella sus Ka'a Jarýi.
A pesar de todos estos peligros, los recolectores de frutos se adentraban diariamente a juntar provisiones para la gente de la aldea. En ese día, una vez mas salieron a hacer su trabajo. Eran cinco personas en este grupo. Dos viejos experimentados, con barbas blancas y la cabeza calva ya; y tres más jóvenes con energía y vigor, listos para correr de cualquier peligro cuando necesitasen. Los ancianos eran conscientes de que si esto llegase a ocurrir, su vida se encontraría con un brusco final, y que Te'o Jára los llevarían por el Yvága Rape, como era el destino de todos.
Los viejos salieron primero como de costumbre, para poder guiar a los menores, pues ellos ya sabían el camino, por su experiencia de los años. Fueron caminando por los sinuosos senderos que habían trazado por sus pasos reiterados en esos lugares, juntando los frutos que podían y deshaciéndose de las alimañas que suponían un peligro para su misión. Nada extraño había aparecido hasta el momento. Hasta el momento.
Uno de los jóvenes se había dado vuelta, creyendo que vio alguna especie de baya de color carmín. Se dirigió al arbusto donde pensó haber visto la fruta, solamente para encontrarse con un par de pequeños ojos rojos que lo observaban fijamente. Parecían contener fuego en su interior, pues emitían un brillo característico de las llamas de las fogatas. Al dar un paso adelante, una pequeña criatura se reveló. Tenía una apariencia muy extraña para los ojos del muchacho que lo miraba en ese momento. Orejas largas, como las de los guanacos del Gran Chaco, cuatro patas, como si se tratase de un animal, pero el torso para arriba se veía más bien humanoide, y al final de su cuerpo, una cola que terminaba en forma de flecha. Rara apariencia sin duda alguna.
El muchacho levantó su mano, acercándola al pequeño engendro, para acariciar su cabeza. Al instante, los ojos de la criatura empezaron a despedir el fuego que tenía dentro, llegando hasta la mano del joven e incinerándola como si de un madero se tratase. Enseguida, el fuego se expandió por todo su cuerpo y consumió su carne de una manera devastadora. En poco tiempo, también los huesos quedaron reducidos a cenizas. Por alguna razón, el muchacho no pudo dar un solo grito de agonía. Probablemente el pequeño demonio lo había silenciado.
El resto del grupo de recolección enseguida volvió atrás a ver que había sucedido con su quinto integrante, solo para encontrarse con un montón de cenizas, y a la criatura que transformó en eso a su amigo. En el momento que los cuatro recolectores que quedaban dieron un paso al frente en el lugar del incidente, un gran número de seres similares aparecieron detrás del que ya estaba allí, y junto con ellos unas personas de aspecto extraño. Sin tener tiempo de fijarse en lo que estaba en frente de ellos, los cuatro desafortunados trabajadores fueron incinerados por las llamas de los diablillos.
El viento se llevo los restos de los recolectores, mientras los macabros seres y los humanos extraños dieron vuelta en dirección de la aldea de Guayaibi.
13 de septiembre de 2010
Within Temptation: No es Evanescence, tampoco Nightwish
Una de mis bandas favoritas. Luego de haber escuchando por unos pocos años prácticamente solo Evanescence (inb4 fail gothfag) me llamó la atención este grupo, luego de haber escuchados algunos temas de mi amiga Marian.
Ciertamente me atrapa su estilo "semi-operesco" (Si, acabo de inventar esa palabra. Kudos por mi, yay!), y los tonos de voz que puede alcanzar Sharon Den Adel, la bella vocalista del grupo.
Les invito a escuchar estos dos temas que están entre mis preferidos (Lo siento, no son videos musicales. Son temas perdidos de los álbumes, pero ciertamente bastante interesantes):
30 de agosto de 2010
La tierra sin mal - La invasión de Guajaivi: Parte 4
A medida que se disipaba la humareda que quedó tras el terrible augurio de las bestias sagradas, los Avare empezaron a retirarse a sus aposentos. Si bien estaban demasiado preocupados por el aviso de los póras, se supone que en situaciones como éstas ellos deben de ser los únicos en saber acerca de las malas noticias. Despacio iban entrando a sus chozas a meditar acerca de lo que habían oído.
Pero si de oír hablamos, Pykasu y su hermano Itaete ya habían oído más que suficiente. Sabían mucho más de lo que les correspondía. Ni siquiera el cacique tenía conocimiento de lo que sucedió esa noche.
Enseguida Pykasu tuvo la necesidad de preguntar a su hermano algo: "Itaete, lo que pasó esta noche..." -dijo. "No es de nuestra incumbencia." -respondió cortante Itaete. Con una mirada aún algo confusa Pykasu siguió con sus cuestionamientos: "Pero hermano, ¿acaso no escuchaste lo que dijeron los póras?". Seguidamente respondió Itaete: "Claro que lo escuche, pero sabes que no sabemos de que estaban hablando. La forma en que hablan los dioses no es algo que nosotros entendamos."
Pykasu no estaba contenta con las palabras de su hermano, pero de todas maneras su agitada mente se tranquilizó por un momento. Un momento que únicamente bastó para que pueda acostarse en su hamaca para dormir, por que enseguida tuvo otra pregunta para Itaete, quien ya se encontraba listo como para descansar desde antes de ver el ritual.
"Kyvy, si eres un guerrero, ¿por qué no piensas hacer algo en contra del mal que se acerca?" -insistió Pykasu. "Simplemente por que no es un problema que nos concierne, reindy. Los Avares saben como solucionar esto por si mismos. Nunca nos han defraudado a la hora de invocar la bendición de Ñande Ru ante los Guaykuru." -dijo con seguridad y una sensación de fastidio Itaete. Como era de esperarse, Pykasu aún no lograba aclarar todas sus dudas: "Pero, ¿por qué reaccionaron de esa manera los animales del tótem? ¡Nunca había pasado algo así antes!" -dijo, a lo que su hermano respondió: "¡Por Tupã y todo el Yvága! ¡¿Crees que lo se todo?! Deja de hacerme preguntas que sabes que no puedo responder. Ya te dije que es asunto de los Avares. ¡Duérmete ya!" -dio como última respuesta el joven guerrero.
Pykasu seguía con dudas, pero no se atrevía a volver a molestar a su kyvy. Simplemente obedeció lo que le dijo: se dio la vuelta y trató de conciliar el sueño lo más rapido que pudo.
Esa noche pasaría para todos como cualquiera, incluso ahora debería de ser así para los hermanos. Lo cierto es que eso estaba lejos de ser solamente un asunto de los Avares, y mucho menos algo sin significado...